Diseños como Bico, Globo, Stampa o Clic, de distintos tamaños, detalles y terminaciones, se ubican entre sus primeras creaciones. Así, el humor y la ironía de las historietas de El Jueves salen de paseo en bolsos de mano, Iggy Pop se contornea junto a Mick Jagger en piezas creadas con tiras de la Rolling Stone y la fugacidad de las noticias de periódico se congela para hablarnos de realidades previas a la pandemia. Tiras de Vogue enseñan referencias a la moda con combinaciones de color y apellidos y domicilios conviven en bolsos de recortes de guía telefónica.
Los tejidos de “mil hojas de papel” -título otorgado a la primera colección de la marca- cobran sentido en nuevas manos y contextos: bolsos bandolera, bolsones, formatos sobre, con herrajes, para la noche y el día, resistentes, ecológicos, perdurables.
Para la autora, era hora de compartir el resultado de su búsqueda, un recorrido que comenzó frente a un escaparate. Un día cualquiera, un bolso de papel en exhibición llamó su atención y despertó en su ojo estético la idea de una línea de confecciones propias con terminaciones de calidad y creativas composiciones.
En el acopio de material reciclable, resultó fundamental la colaboración de amigos y conocidos que le facilitaron diarios y revistas viejas, catálogos, publicaciones especializadas y otras fuentes de papel que descartaban de sus hogares o negocios.
Mientras definía una imagen para su proyecto, la impulsora de la propuesta posó un día la vista, casi por azar, sobre un cuadro: el único objeto ajeno que había conservado de una enorme cantidad de enseres tras una mudanza. En esa ilustración, colgada con un solo clavo por quien escribe estas líneas -hace ya otros tantos años-, la diseñadora hallaba en el nombre del cuento el complemento para el de su marca y, así, el impulso definitivo para soltar su melena de papel al viento.